Los berrinches de un campeón mundial
Magnus Carlsen es un gran campeón del mundo. Con tan sólo 26 años el
noruego ha demostrado estar en otra clase, como todos los grandes
ajedrecistas, que en su momento histórico era francamente imbatible.
Carlsen se hizo del título mundial derrotando a Viswanathan Anand y
después defendió dos veces su título, una frente al propio Anand y en
este 2016 que recién termina, derrotó a Sergei Karjakin en un duro match
en el que no se las vio fácil, teniendo que remontar el marcador y
después ganar en el desempate de cuatro partidas a 25 minutos.
Carlsen es sin duda un genio del ajedrez y su capacidad es
extraordinaria. Por ejemplo, no sólo puede recordar partidas
importantes, sino incluso en qué página y en qué libro las vio. Desde
pequeño mostró amplísimas capacidades ern lo que se refiere a la
memoria. Por ejemplo, a los dos años podía resolver rompecabezas de
cincuenta piezas y le gustaba jugar con los cubos Lego, armando
-siguiendo las instrucciones- complejas construcciones que estaban
definidas para niños de 10 a 14 años. El padre de Magnus le enseñó
ajedrez a los cinco años pero al niño no le llamó la atención hasta que
tuvo unos 8 años. Magnus podía de pequeño recordar las áreas, número de
personas, banderas y capitales de todos los países en el mundo a la edad
de cinco años.
Como los grandes campeones del mundo, la pasión de Carlsen por el
ajedrez es extraordinaria. Está joven y muy motivado. Hay una nueva
generación de ajedrecistas de gran nivel como Vachier-Lagrave, Nakamura,
Caruana, Giri, Aronian, Karjakin, Kramnik, Radjabov, Svidler, etcétera,
que le persiguen en los torneos y que buscan los puntos débiles del
gran campeón noruego. Y tal vez por ello, ya más de una vez hemos visto
una serie de berrinches que Magnus ha tenido cuando pierde. He aquí los
más ilustrativos:
En un campeonato mundial de partidas rápidas, después de perder un
encuentro, se levantó del tablero y tiró la pluma con coraje, molesto
por haber perdido. No fue una conducta anti-deportiva contra el rival,
que felicitó cuando le venció, pero sí al levantarse de la mesa mostró
en el mejor estilo de un berrinche, el dolor de la derrota. Puede pasar,
es la pasión.
En el campeonato mundial recientemente terminado en Nueva York, en
donde ya dijimos, Magnus Carlsen defendió su título ante Sergei
Karjakin, ocurrió que el retador le venció después de una serie de
empates en donde Magnus estuvo mejor e incluso se pensaba que ganaría,
pero no pudo. Entonces el retador le vence y como parte del contrato, se
les obligaba a los ajedrecistas a comparecer en una conferencia de
prensa para que explicaran lo que había ocurrido en la partida. Carlsen
llegó a la sala de prensa pero su rival no llegaba (estaba dando
entrevista a la TV Rusa). Espero un momento y como estaba molesto por la
derrota, decidió levantarse e irse de la sala. El berrinche le costó
unos 27 mil dólares que le quitaron de su premio por violar el acuerdo
que previamente había firmado.
Y ahora, antes de que terminase el año 2016, Carlsen jugó en Qatar el
campeonato mundial de partidas rápidas. Había dos torneos, uno a 15
minutos con incremento de 10 segundos y un segundo a partidas de 3
minutos con incremento de un par de segundos. Carlsen empató el primer
puesto en la primera modalidad, pero fue Ivanchuk quien se llevó el
título con mejor desempate. Carlsen apareció en el podio, con cara de
pocos amigos pero aguantó la ceremonia de premiación aunque era evidente
su malestar por no ganar. Lo que vendría después fue peor. Carlsen, con
medio punto de ventaja sobre su perseguidor, Sergei Karjakin, en la
última ronda, no pudo vencer a Peter Leko mientras que el ruso vencía en
su partida y en el desempate, Carlsen quedó en el segundo puesto. Llegó
la ceremonia de premiación y a la organización se le ocurrió poner
luces en movimiento y dos cañones que echaban papelitos a los tres
mejores jugadores del torneo. Pero Carlsen no estaba de humor y se
enfadó, yéndose de la ceremonia en un berrinche más.
Hay quien me ha dicho que Carlsen no es un niñato de 16 años y que ya
debería comportarse. Es claro que aunque sea el campeón mundial no
siempre puede ganar y además, sus contrincantes trabajan duro para ver
cómo destronarlo. Ya Kasparov decía que si él no se ocupaba de analizar
minuciosamente sus partidas, sus debilidades, ya vendrían otros
jugadores a hacer eso por él para ganarle.
Así pues, es claro que estos berrinches son producto de un
sentimiento de superioridad que no termina ocurriendo en los torneos y
por sistemas de desempate o incluso mala suerte de pronto, Carlsen no
resulta el campeón. Sin embargo, hoy en día Magnus Carlsen es no sólo
campeón del mundo, sino modelo de una empresa que hace ropa para jóvenes
y tiene el patrocinio de muchas empresas. Es una industria la de Magnus
y estas actitudes no pueden seguir dándose por muchas razones: porque
es poco profesional y porque eventualmente algunas empresas pueden
sentirse molestas por estos berrinches absurdos y quitarles patrocinio
al gran Magnus.
Yo creo que no veremos más de estas actitudes. Seguramente sus
asesores, su padre incluso, le mostrarán que más allá del ajedrez, el
ser campeón del mundo es un negocio redituable y no es buena idea nunca
dar esa imagen, aunque como ajedrecista tenga el dolor más terrible por
perder una partida. Vamos a ver si me equivoco o no.
He aquí los dos de los tres episodios comentados:
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