Fuente: www.clarin.com/
El
Gran Maestro Internacional dará clases desde este lunes en Atlanta.
Creo en las bondades del ajedrez para los pibes y los más vulnerables,
le contó a Clarín.
Es
imposible explicar a Pablo Zarnicki desde una sola pasión. El fútbol,
la política y el periodismo (se recibió recientemente) son apenas
algunos de los tópicos que le alborotan la sangre. Aunque lo que lo
llevó a ser tan conocido como para que le pidieran autógrafos por la
calle fue, claro, el ajedrez. El mismo que lo atrapó cuando tenía cinco
años y al que ahora quiere darle impulso desde un lugar distinto.
Con
45 años, Pablo, quien desde 2016 trabaja en el Ministerio de Educación
para la difusión del ajedrez, no es el chico que en 1992 se consagró
campeón mundial juvenil. Su mirada es ya la de un padre de dos nenas que
apunta a que su tarea pueda ir más allá del día a día,
y algo de eso es lo que lo movió a aceptar la propuesta que le llegó
desde Atlanta para dar clases en el club para chicos y adultos. “Me
gustó la idea, y la apuesta mía es que esto dé impulso para que se pueda
poner la enseñanza del ajedrez en un montón de clubes”, le cuenta
animado en la charla telefónica a Clarín.
A 25 años de un histórico título mundial
“Realmente
creo en las bondades del ajedrez, para los pibes y para los más
vulnerables. Y creo que cuando se enteren otros clubes de que esto está
pasando en Atlanta van a impulsar ideas similares”, estima Pablo, que
dará las clases en el club los lunes, de 17.30 a 20. Para los menores
socios de Atlanta serán gratis y hasta podrán acceder quienes no son
socios del club, pagando un arancel mucho menor al que costaría una
clase particular. Sobre todo, de un Gran Maestro Internacional como
Zarnicki.
Más allá de su fanatismo por Boca -es abonado de la Bombonera desde hace 15 años-, Pablo confiesa que el hecho de que la propuesta le hubiera llegado desde Atlanta le provocó un efecto especial. Junto a su tío, Néstor Straimel (ex periodista de Clarín y
hoy dirigente del club de Villa Crespo), en 1983 vivió la campaña del
equipo que se consagró campeón y consiguió el último ascenso a Primera
División. “Me acuerdo de que estaba el Murciélago Graciani, que después fue a Boca, y también Alfredo Torres, un crack”, evoca.
Pablo Zarnicki y el tablero de ajedrez, una de sus pasiones.
También
el vínculo de Atlanta con la colectividad judía, a la que pertenecen
muchos de sus socios, le genera a Pablo un afecto que no tiene con otros
clubes. “Sé que es un club paisano y también me tira un poco, más allá de que soy ateo”, confiesa divertido.
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Este
sábado desde las 18.30 (después del partido contra Fénix, que Atlanta
jugará desde las 15.30), Zarnicki lanzará la actividad en Atlanta con
partidas simultáneas a 20 tableros. No podrá ver a su Boca, que desde
las 20 tratará de dar otro paso hacia la conquista de la Superliga ante
Defensa, pero acepta gustoso que esta vez le tocará estar en otro lugar.
Ese Villa Crespo en el que el ajedrez hará una vez más su magia.
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